Editorial
Ramon Rispoli
Mara Martínez
Inmaterial llega al doble dígito
Para este número 10 de Inmaterial —que cumple sus primeros cinco años
de edad— hemos decidido dar espacio a algunas contribuciones recibidas
por nuestra redacción a lo largo de estos últimos meses: aunque no centradas
en un único tema monográfico de investigación, todas ellas destacan por sus
interesantes aportaciones a nuestros campos de estudio. Se trata, concreta-
mente, de cuatro artículos: los primeros dos versan sobre temas relacionados
con el arte y la imagen, mientras que el tercero y el cuarto remiten más bien al
ámbito del diseño.
El primer texto es “El arte glitch como arte pop”, de Eugenio Mangia Gue-
rrero, de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. En su reflexión, el
autor recorre los orígenes y el primer desarrollo del arte glitch: todas aquellas
prácticas creativas que toman como punto de partida los fallos técnicos de los
medios contemporáneos. El glitch tiene una gran variedad de manifestaciones
y causas que aluden todas, de una forma u otra, al mundo de las máquinas:
colapso del sofware, daños físicos en los equipos televisivos o informáticos,
errores de código, falta de memoria disponible, interrupciones en la descarga
de información, la debilidad de la conexión, interrupciones en el procesa-
miento de imágenes, etc.
Sin embargo, además de estas formas de “glitch espontáneo” (pure glitch),
hay también las del “glitch provocado” (glitch alike): artistas, sobre todo del
ámbito visual, que recurren voluntariamente al glitch utilizando los errores
maquínicos como parte integrante de su propuesta creativa. Es el caso, por
ejemplo, del artista británico John McAndrew y su destructural aesthetics: una
estética hecha de deformaciones, interferencias y cortocircuitos que, por un
lado, recoge el legado de las poéticas dadá y surrealista de principios del siglo
pasado —por la importancia del error y del imprevisto que llegan a ser un
elementos constitutivos del proceso creativo—, y, por el otro, muestra una
vinculación evidente con el pop art, ya que el material base del artista, en la
mayoría de los casos, son imágenes mediáticas (y, por lo tanto, de masas).
Lo interesante del glitch art, no obstante, va más allá de estas “relaciones de
parentesco” en el ámbito de la historia del arte. Si es cierto que “el medio es
el mensaje” —según la célebre expresión de McLuhan (1964) mencionada
también por el autor—, el glitch se revela como una potencial herramienta
de desfamiliarización, capaz de poner de manifiesto el carácter construido
de las imágenes que nos rodean y solemos mirar como naturales, así como la
habilidad de los propios medios —que acostumbramos a considerar como
contenedores neutrales— de “actuar” de una forma determinada en nuestros
imaginarios y subjetividades.
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Algunas de las problemáticas relacionadas con cultura digital contemporánea
entran en juego también en el segundo artículo, “La cultura del autorretrato
en su desarrollo histórico”, firmado por Enrique Mena García, docente de la
Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM).
El autor esboza, antes de todo, una breve historia del autorretrato en el arte
occidental. La práctica surgió en época tardomedieval, coincidiendo con el
primer florecimiento del humanismo en el ámbito filosófico y cultural, para
finalmente difundirse, sobre todo, a partir del siglo XV, con el Renacimiento:
como es sabido, artistas como Rafael Sanzio o Alberto Durero se autorretra-
taban también para dar muestra de la conciencia de su nuevo estatus social
adquirido, dejando definitivamente atrás el anonimato que había caracteriza-
do las prácticas artísticas en épocas anteriores (Shiner, 2004). En el siglo XVI,
Rembrandt llevó a cabo —con técnicas diferentes, desde la pintura al óleo
hasta el dibujo y el aguafuerte— una verdadera “autobiografía visual”: un
excelente documento de los cambios en su fisionomía y estados de ánimo a lo
largo del tiempo. Posteriormente, entre finales del siglo XIX y principios del
XX, el género vivió una nueva época de oro con otros protagonistas absolutos
del arte occidental, entre los que se distinguen Van Gogh, Cézanne, Picasso,
Dalí y Miró.
Justamente a partir de mediados del siglo XIX, el desarrollo de la cámara foto-
gráfica llevó al nacimiento y a la rápida difusión del retrato y del autorretrato
fotográfico. Entre las numerosas figuras del mundo del arte que lo practicaron
durante el siglo pasado, el autor destaca sobre todo a Cindy Sherman, cuyos
autorretratos constituían una verdadera herramienta crítica visual, capaz
de cuestionar y deconstruir estereotipos y patrones de género. El trabajo de
Sherman muestra hasta qué punto la imagen personal tiene —como toda
imagen— un carácter cultural y socialmente construido; cuestión en la que
siguen ahondando, de formas distintas y con diversos objetivos, artistas
contemporáneos de gran interés, entre ellos, la argentina Romina Ressia, el
holandés Hendrik Kerstens o la española Fátima Ruiz.
Evidentemente, cualquier reflexión sobre el autorretrato hoy en día no puede
dejar de lado el tema de los selfis. Más que otras, esta práctica contemporánea
parece visibilizar el enorme entramado de cuestiones socioculturales y políti-
cas relacionadas con la imagen personal, a partir de la cual Joan Fontcuberta
ha definido la época de la posfotografía (2017): una época en la que se difu-
minan cada vez más las distinciones tradicionales entre la esfera de lo público
y de lo privado, y en la que las redes sociales se revelan como campo preferen-
cial para la producción de subjetividad. El selfi constituye un capítulo más en
la larga historia del autorretrato, pero de crucial importancia justamente en
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la medida en que hoy nuestra propia vida cotidiana tiene lugar, como afirma
Andrés Jaque (2019, p. 187), “en el recorrido del cuerpo al perfil digital de
nuestro cuerpo, en la colaboración y en la disputa entre lo online y lo offline”.
Pasando a las dos contribuciones relacionadas con el ámbito del diseño, la
primera es “El color, signo de apropiación y transformación en el espacio
interior”, de Fausto Enrique Aguirre Escárcega y Oscar Bernardo Burrola
Andazola, del Instituto de Arquitectura, Diseño y Arte de la Universidad
Autónoma de Ciudad Juárez. El papel del color en los espacios arquitectóni-
cos ya había sido objeto de reflexión por parte de uno de los dos autores en el
segundo número de Inmaterial, concretamente en un artículo que abordaba
cuestiones vinculadas con la percepción y la experiencia del espacio (Agui-
rre Escárcega, 2016). En este caso, en cambio, el foco de atención está en la
relación que se establece entre color e identidad, entendida en términos tanto
individuales como colectivos.
El contexto geográfico y cultural de procedencia de Aguirre y Burrola es Mé-
xico, ejemplar precisamente por la relevancia que el color tiene en la arquitec-
tura y en el espacio en general: un rol crucial ya desde la época prehispánica,
y que —recuerdan los autores— se hace evidente también en la obra de gran-
des maestros mexicanos del siglo XX como Luis Barragán y Juan O’Gorman.
Según Aguirre y Burrola, el color a menudo constituye un verdadero “len-
guaje no verbal” que permite el fortalecimiento de la relación afectiva entre el
espacio y sus usuarios, promoviendo sentimientos de pertenencia y arraigo. Si
esto es cierto, el color puede entonces constituir también una herramienta efi-
caz para la creación de sentido comunitario: lo demuestra de forma muy clara
el trabajo de Boa Mistura, un colectivo madrileño multidisciplinar que inten-
ta fortalecer los vínculos entre los habitantes de un mismo barrio a través del
uso del grafiti. Justamente el enfoque de Boa Mistura ha servido de referencia
para un trabajo colectivo —en el que los propios autores han participado—
cuyo objetivo era la recalificación del barrio de Bellavista, en Ciudad Juárez,
mediante el uso del grafiti y el color en las fachadas. Uno de los logros del pro-
yecto ha sido el de contribuir a fortalecer los lazos sociales ya existentes en la
zona, y no imponiendo las decisiones “desde arriba”, sino más bien dialogan-
do con los modos cotidianos de organizar y vivir el espacio por parte de los
propios habitantes, que han sido involucrados activamente en la iniciativa. La
del barrio Bellavista resulta otra interesante prueba de la capacidad del diseño
de actuar como una herramienta de trasformación social; en este sentido,
también el propio color de los espacios —lejos de ser algo simplemente “de
superficie”— se revela como un elemento capaz de posibilitar la emergencia o
el fortalecimiento de sinergias comunitarias.
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Finalmente, la última contribución incluida en este número es “Aprendizaje
como prototipado: experimentación en la educación infantil”, un artículo
de Cesar Augusto Navarro Rache y Guilherme Englert Corrêa Meyer, de la
Universidade do Vale do Rio dos Sinos (Porto Alegre, Brasil), que ahonda en
las potencialidades pedagógicas de una práctica propia del ámbito del diseño
como es la del prototipado.
Reconociendo las debilidades del modelo de enseñanza escolar tradicio-
nal —en el que el profesor es el experto incuestionable que se encarga
de transmitir sus saberes a unos alumnos cuya única tarea es la de recibir
informaciones pasivamente—, los autores indagan en las posibilidades de
una metodología de aprendizaje mucho más activa cuyo punto de partida es,
justamente, la noción de “prototyping” tal y como se concibe en los estudios
de ciencia, tecnología y sociedad. En años recientes, varias contribuciones
que se enmarcan, en línea general, en la perspectiva de estos estudios (Corsín
Jiménez, 2014; Tironi y Hermansen, 2018) han descrito el prototipado como
una práctica situada, abierta y ontológicamente “inestable” de exploración en
la cual el conocimiento es producido por la confrontación y la negociación
continua entre intereses humanos y no humanos.
Los autores retoman esta noción aplicándola a una experiencia práctica enfo-
cada en el diseño de herramientas de aprendizaje para la educación infantil:
una serie de encuentros de testeo en los que los propios niños desempeñaban
un rol activo frente a los objetos elaborados previamente por los diseñadores,
experimentando de forma libre (es decir, no dirigida) con ellos y con todas las
posibilidades que les brindaban su materialidad y su forma. En este sentido,
la práctica del prototipado coincide con el juego de los niños, y lo hace en un
proceso situado y abierto en el que estos tuvieron la posibilidad de expandir su
imaginario de manera ilimitada, experimentando procesos de confrontación
y diálogo no solo con sus compañeros, sino también con los diseñadores, con
los propios artefactos y con sus materialidades específicas: una negociación
colectiva que posibilita la emergencia de nuevos “mundos”, de los que los
niños son coconstructores. También en el ámbito pedagógico se revelan así las
potencialidades políticas de un diseño “infradeterminado”, capaz de dar voz a
sujetos antes silenciados o reducidos a simples receptores pasivos.
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Se cierra así el primer número de doble dígito de nuestra revista. En los tiem-
pos difíciles que estamos viviendo debido a la pandemia de la COVID-19,
Inmaterial reitera con voz aún más firme la que desde el principio ha sido su
principal intención: contribuir a difundir miradas hacia el diseño y el arte no
solo relevantes en términos académicos, sino también (y sobre todo) com-
prometidas en relación con todos los grandes dilemas y desafíos —de orden
ecológico, social, político y cultural— frente a los que nos encontramos desde
nuestra condición de habitantes del mundo contemporáneo.
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Bibliografía
Aguirre Escárcega, F. E., 2016. Estímulos y experiencias cromáticas en el
espacio interior. Inmaterial. Diseño, arte y sociedad, 1(2), pp. 67-90.
Corsín Jiménez, A., 2014. Te prototype: more than many and less than one.
Journal of Cultural Economy, 7(4), pp. 381-398.
Fontcuberta, J., 2017. La furia de las imágenes. Notas sobre la postfotografía.
Barcelona: Galaxia Gutenberg.
Jaque, A. y OPI (Office for Political Innovation), 2019. Mies y la gata Niebla.
Ensayos sobre arquitectura y cosmopolítica. Barcelona: Puente Editores.
McLuhan, M., 1964. Understanding Media. Te Extensions of Man. Cambridge,
Massachusets: MIT Press.
Shiner, L., 2004. La invención del arte. Una historia cultural. Barcelona: Paidós.
Tironi, M. y Hermansen, P., 2018. Cosmopolitical encounters: Prototyping
at the National Zoo in Santiago, Chile. Journal of Cultural Economy, 11(4), pp.
330-347.
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Ramon Rispoli
Doctor en Historia de la Arquitectura y del Urbanismo (Politecnico di
Torino), actualmente es profesor titular en el área de diseño en el Departa-
mento de Arquitectura de la Universidad de Nápoles Federico II. De 2010
a 2020 ha sido profesor titular de Estética y Teoría de las Artes en el Grado
en Diseño de BAU, Centro Universitario de Diseño de Barcelona; desde
2019, en la misma institución, es docente y coordinador del curso “Diseño,
Poder y Sociedad” en el ámbito del Máster Universitario en Investigación y
Experimentación en Diseño. Desde 2014 es miembro del GREDITS (Grupo
de Investigación en Diseño y Transformación Social). Ha sido autor de dos
monografías, de ensayos en volúmenes colectivos y de artículos publicados
en revistas internacionales. Ha sido visiting professor en varias instituciones en
ámbito internacional, como la Universidad Autónoma de Aguascalientes y la
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (México), y ha realizado estancias
de investigación pre y posdoctoral en diferentes centros de investigación,
como el Gety Research Institute (Los Ángeles) y el Centre Canadien d’Ar-
chitecture (Montreal).
Mara Martínez Morant
Doctora en Antropología Social y Cultural por la Universidad de Barcelo-
na. Durante muchos años ha sido profesora e investigadora en Bau, Centro
Universitario de Diseño de Barcelona, donde impartió la asignatura Antropo-
logía Sociocultural. Es miembra de GREDITS (Grup de Recerca en Disseny
i Transformació Social) desde su creación, y allí realiza trabajos de investiga-
ción centrados en temas de sexo-género y sobre los otros animales. Actual-
mente continúa ejerciendo como investigadora en Bau y en otros centros de
investigación donde su trabajo se centra en el cuerpo, tanto humano como de
otros animales, enmarcado en la perspectiva posthumanista. Es coordinadora
de “Antropología de la Vida Animal. Grupo de estudios de etnozoología”
(adscrito al Institut Català d’Antropologia), donde desarrolla trabajos de in-
vestigación acerca de las interrelaciones animales en el marco de los estudios
críticos animales. Entre sus trabajos más recientes se encuentran: “Veganismo
¿una identidad social emergente?” (2016); “Abriendo el sexo_Desbaratando
el género” (2020, pendiente de publicación); “Del parentesco con los otros
animales” y “Etnografía de las interrelaciones animales” (2020-2021, pen-
dientes de publicación).
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