Recibido: 14.02.2019
Aceptado: 12.05.2020
Publicado: 30.06.2020
Cómo citar este artículo:
Sánchez, P., 2020. Posthumanismo y búsquedas autocompletadas.
Inmaterial. Diseño, Arte y Sociedad, 5(9), pp. 61-82
Posthumanismo y
búsquedas
autocompletadas
Pablo
Sánchez
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Inmaterial 09
Posthumanismo y búsquedas autocompletadas
Artículo original
Resumen
Este texto tiene la intención de exponer algunos desafíos del posthumanismo de Braidoi, señalar sus
características, trazar algunos puentes con el diseño digital y, acogiéndose a su política armativa, hacer
una humilde propuesta de espacio de diseño ético-político compatible con su visión del mundo en la
era del Antropoceno.
En la primera parte se busca situar el pensamiento de Braidoi en relación al sujeto como proceso
relacional. En la segunda parte se habla de como el movimiento de soware libre puede albergar gran
parte de los artefactos y dispositivos ético políticos alrededor de los que construir una sociedad con
capacidad de creación de una subjetividad relacional ecodependiente e interdependiente, consciente y
localizada. Se analiza el impacto del género en los procesos de diseño ligados a los mecanismos sociales
digitales y los devenires ligados a la automatización del trabajo como amenaza de orden social lidera-
da, entre otros factores, por la inteligencia articial. En este tramo se expone la crisis de diversidad que
compone el sector y como el hecho de sustituir cuerpos por identidades no corpóreas, puede ayudar a
perpetuar el género masculino como única voz apoyándose en la ilusión de neutralidad.
En todas estas construcciones tecnológicas el diseñador tiene un rol crucial. Para poder acudir des-
de el diseño a la llamada a las políticas armativas que demanda Braidoi, los diseñadores debemos
aceptar nuestra responsabilidad en el desafío posthumanista y proponer diseños y procesos que garan-
ticen la subjetividad ética y política de seres ecodependientes e interdependientes, localizados y autoor-
ganizados, lejos de las lógicas delirantes del capitalismo pero abrazando las capacidades tecnológicas y
cientícas entendidas bajo procesos sostenibles e iterativos en consonancia con un planeta nito.
Palabras clave: posthumanismo, interfaz, género, tecnología, automatización
Resumen
Este texto tiene la intención de exponer algu-
nos desafíos del posthumanismo de Braido-
i, señalar sus características, trazar algunos
puentes con el diseño digital y, acogiéndose
a su política armativa, hacer una humilde
propuesta de espacio de diseño ético-político
compatible con su visión del mundo en la era
del Antropoceno.
En la primera parte se busca situar el pen-
samiento de Braidoi en relación al sujeto
como proceso relacional. En la segunda parte
se habla de como el movimiento de soware
libre puede albergar gran parte de los arte-
factos y dispositivos ético políticos alrede-
dor de los que construir una sociedad con
capacidad de creación de una subjetividad
relacional ecodependiente e interdependien-
te, consciente y localizada. Se analiza el im-
pacto del género en los procesos de diseño
ligados a los mecanismos sociales digitales y
los devenires ligados a la automatización del
trabajo como amenaza de orden social lide-
rada, entre otros factores, por la inteligencia
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Pablo Sánchez
Resumen
Este texto tiene la intención de exponer algunos desafíos del posthumanismo de Braidoi, señalar sus
características, trazar algunos puentes con el diseño digital y, acogiéndose a su política armativa, hacer
una humilde propuesta de espacio de diseño ético-político compatible con su visión del mundo en la
era del Antropoceno.
En la primera parte se busca situar el pensamiento de Braidoi en relación al sujeto como proceso
relacional. En la segunda parte se habla de como el movimiento de soware libre puede albergar gran
parte de los artefactos y dispositivos ético políticos alrededor de los que construir una sociedad con
capacidad de creación de una subjetividad relacional ecodependiente e interdependiente, consciente y
localizada. Se analiza el impacto del género en los procesos de diseño ligados a los mecanismos sociales
digitales y los devenires ligados a la automatización del trabajo como amenaza de orden social lidera-
da, entre otros factores, por la inteligencia articial. En este tramo se expone la crisis de diversidad que
compone el sector y como el hecho de sustituir cuerpos por identidades no corpóreas, puede ayudar a
perpetuar el género masculino como única voz apoyándose en la ilusión de neutralidad.
En todas estas construcciones tecnológicas el diseñador tiene un rol crucial. Para poder acudir des-
de el diseño a la llamada a las políticas armativas que demanda Braidoi, los diseñadores debemos
aceptar nuestra responsabilidad en el desafío posthumanista y proponer diseños y procesos que garan-
ticen la subjetividad ética y política de seres ecodependientes e interdependientes, localizados y autoor-
ganizados, lejos de las lógicas delirantes del capitalismo pero abrazando las capacidades tecnológicas y
cientícas entendidas bajo procesos sostenibles e iterativos en consonancia con un planeta nito.
Palabras clave: posthumanismo, interfaz, género, tecnología, automatización
articial. En este tramo se expone la crisis de
diversidad que compone el sector y como el
hecho de sustituir cuerpos por identidades
no corpóreas, puede ayudar a perpetuar el
nero masculino como única voz apoyándo-
se en la ilusión de neutralidad.
En todas estas construcciones tecnológicas
el diseñador tiene un rol crucial. Para poder
acudir desde el diseño a la llamada a las po-
líticas armativas que demanda Braidoi,
los diseñadores debemos aceptar nuestra
responsabilidad en el desafío posthumanista
y proponer diseños y procesos que garanti-
cen la subjetividad ética y política de seres
ecodependientes e interdependientes, locali-
zados y autoorganizados, lejos de las lógicas
delirantes del capitalismo pero abrazando las
capacidades tecnológicas y cientícas enten-
didas bajo procesos sostenibles e iterativos
en consonancia con un planeta nito.
Palabras clave: posthumanismo, interfaz, género, tecnología,
automatización
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Posthumanismo y búsquedas autocompletadas
Artículo original
Abstract
is text intends to present some challenges of Braidoi’s posthumanism, point out its characteristics,
build bridges with digital design and, following his armative policy, make a humble proposal of an
ethical-political design space compatible with his vision of the world in the Anthropocene era.
e rst part seeks to situate Braidoi’s thought in relation to the subject as a relational process. In
the second part we talk about how the free soware movement can host a large part of the ethical-poli-
tical artifacts and devices around which to build a society with the capacity to create an eco-dependent
and interdependent, conscious and localized relational subjectivity. e impact of gender on design
processes linked to digital social mechanisms and the developments linked to the automation of work
as a threat to social order led by articial intelligence, among other factors, is analysed. is section
exposes the crisis of diversity that composes the sector and how replacing bodies with non-corporeal
identities can help to perpetuate the male gender as the only voice based on the illusion of neutrality.
In all these technological constructions the designer has a crucial role. To be able to go from design
to the call for armative policies demanded by Braidoi, we designers must accept our responsibility
in the post-humanist challenge and propose designs and processes that guarantee the ethical and politi-
cal subjectivity of ecodependent and interdependent, localized and self-organized beings, far from the
delirious logics of capitalism but embracing technological and scientic capabilities understood under
sustainable and iterative processes in line with a nite planet.
Keywords: posthumanism, interface, gender, technology, automation
Abstract
is text intends to present some challen-
ges of Braidoi’s posthumanism, point out
its characteristics, build bridges with digital
design and, following his armative policy,
make a humble proposal of an ethical-politi-
cal design space compatible with his vision of
the world in the Anthropocene era.
e rst part seeks to situate Braidoi’s
thought in relation to the subject as a relatio-
nal process. In the second part we talk about
how the free soware movement can host a
large part of the ethical-political artifacts and
devices around which to build a society with
the capacity to create an eco-dependent and
interdependent, conscious and localized re-
lational subjectivity. e impact of gender on
design processes linked to digital social me-
chanisms and the developments linked to the
automation of work as a threat to social order
led by articial intelligence, among other
factors, is analysed. is section exposes the
crisis of diversity that composes the sector
and how replacing bodies with non-corpo-
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Pablo Sánchez
Abstract
is text intends to present some challenges of Braidoi’s posthumanism, point out its characteristics,
build bridges with digital design and, following his armative policy, make a humble proposal of an
ethical-political design space compatible with his vision of the world in the Anthropocene era.
e rst part seeks to situate Braidoi’s thought in relation to the subject as a relational process. In
the second part we talk about how the free soware movement can host a large part of the ethical-poli-
tical artifacts and devices around which to build a society with the capacity to create an eco-dependent
and interdependent, conscious and localized relational subjectivity. e impact of gender on design
processes linked to digital social mechanisms and the developments linked to the automation of work
as a threat to social order led by articial intelligence, among other factors, is analysed. is section
exposes the crisis of diversity that composes the sector and how replacing bodies with non-corporeal
identities can help to perpetuate the male gender as the only voice based on the illusion of neutrality.
In all these technological constructions the designer has a crucial role. To be able to go from design
to the call for armative policies demanded by Braidoi, we designers must accept our responsibility
in the post-humanist challenge and propose designs and processes that guarantee the ethical and politi-
cal subjectivity of ecodependent and interdependent, localized and self-organized beings, far from the
delirious logics of capitalism but embracing technological and scientic capabilities understood under
sustainable and iterative processes in line with a nite planet.
Keywords: posthumanism, interface, gender, technology, automation
real identities can help to perpetuate the
male gender as the only voice based on the
illusion of neutrality.
In all these technological constructions
the designer has a crucial role. To be able
to go from design to the call for armative
policies demanded by Braidoi, we desig-
ners must accept our responsibility in the
post-humanist challenge and propose desig-
ns and processes that guarantee the ethical
and political subjectivity of ecodependent
and interdependent, localized and self-orga-
nized beings, far from the delirious logics of
capitalism but embracing technological and
scientic capabilities understood under sus-
tainable and iterative processes in line with a
nite planet.
Keywords: posthumanism, interface, gender, technology,
automation
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Artículo original
Mi intención con este texto es exponer algunos de
los desafíos del posthumanismo de Braidoi en
contraposición al humanismo; señalar sus carac-
terísticas principales; trazar puentes con el diseño
digital, y, acogiéndome a su política armativa,
hacer una humilde propuesta de espacio ético-po-
lítico compatible con su visión del mundo en la era
del Antropoceno.
El humanismo europeo, según Braidoi y el anti-
humanismo, cayó en la generalización al preten-
der universalizar una ética y una forma de leer e
interpretar el mundo basadas en su propia entidad
cultural: la del género masculino, la raza blanca y
la clase europea. Uno de los riesgos advertidos por
esta práctica es la “jerarquización de la diferencia,
donde el ideal se revela como normativo, “mientras
que todo aquel que diera de la norma eurocéntri-
ca, masculinizante y blanca es catalogado como ‘di-
ferente de. Y ‘ser diferente de’ signica ‘valer menos
que’” (Braidoi, 2009, p. 103).
De esta forma, se negativiza y jerarquiza la diferen-
cia creando los denominados “otros”. Para Braidoi,
la otredad funciona como rearmación de una
posición dominante sobre “los otros sexualizados
[las mujeres], los otros racializados [los nativos] y
los otros naturalizados [los animales, el medioam-
biente o la tierra]” (Braidoi, 2009). Llegados a
este punto, exigir la igualdad puede parecer una
postura lógica y deseable para gran parte de la
sociedad, pero Braidoi nos alerta de algo crucial:
antes debemos preguntarnos qué signica “igual-
dad” en este escenario. ¿Se trata de una igualdad
que busca imitar ese ideal humanista? “Igual”, pero
¿a qué o a quién? ¿Qué grado de acierto tiene la
comparativa entre un hombre blanco europeo con
plenas capacidades intelectuales y físicas y la media
estadística de nuestra especie? Y no solo eso, sino
que además en la actualidad existe otro abanico de
otredades que ratica la crisis del hombre huma-
nista como modelo. Por ejemplo, podemos hablar
de lo no humano o del otro articial cuando nos
referimos a entidades o identidades tecnológicas
creadas por los humanos. No hace falta recurrir a
complejas inteligencias articiales antropomórcas
para imaginar estas identidades; basta con señalar
sistemas basados en machine learning que se ven
obligados a tomar decisiones que nos afectan a to-
das las personas, como los automóviles autónomos,
los drones o los sistemas de reconocimiento facial,
donde el riesgo del sesgo automatizado es innega-
ble. También podemos hablar del otro cíborg, esto
es, aquel sujeto alterado genética o tecnológicamen-
te que, al eliminar las fronteras entre el ser humano
y la máquina, nos obliga a repensar el cuerpo.
¿Qué signica realmente entonces “el otro”? Quizá
no es más que un modo de sostener y perpetuar
una individualidad fundamentada en un modelo
caduco, el humanista, si lo que pretendemos es
enfrentarnos a los retos contemporáneos, en que las
identidades, las injusticias estructurales y la emer-
gencia climática, entre otros, demandan procesos
transformativos del devenir.
Braidoi nos propone pensar el sujeto como pro-
ceso relacional; nunca en clave individual. El sujeto
no unitario es denido a través de procesos de tran-
sición y de cruce de fronteras, separando cultura e
identidad para hablar de cultura de localizaciones
(Braidoi, 2016, p. 133).
Nos propone, además, huir de lo que ella llama
la “política de la melancolía, que es aquella que
“termina por funcionar como una profecía au-
tocumplida con poco margen para los enfoques
alternativos” (Braidoi, 2016, p. 291), y, a cambio,
sugiere una política armativa, es decir, una política
de acción creativa donde lo negativo es transforma-
do en positivo. Cabe preguntarse entonces: ¿cuáles
son los espacios y artefactos que nos permiten tal
política? Una democracia liberal representativa
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Fig. 1. Imagen extraída del proyecto <beyondui.net>.
como la actual puede padecer de muchos de los
síntomas negativos del humanismo —individualis-
mo, egoísmo, arrogancia, dominación y tendencias
dogmáticas— que Braidoi (2016, p. 107) apunta
en su entrevista con Eva Muñoz: “El individualismo
engendra egoísmo y egocentrismo; la autodetermi-
nación puede derivar en arrogancia y dominación,
y la ciencia no está libre de sus propias tendencias
dogmáticas”.
De la misma forma que no parece equilibrada una
igualdad basada en un modelo eurocéntrico, blanco
y masculino, tampoco parece eciente ni creati-
vo abordar los retos contemporáneos a través un
proceso político basado en un modelo en crisis de
legitimidad como puede ser la democracia liberal.
Manuel Castells, en su libro Ruptura (2017), hace
referencia a una crisis multidimensional mediante
el análisis de una democracia liberal, alegando una
crisis de conanza en los sistemas políticos, jurídi-
cos, ejecutivos, penales, comunicativos e incluso
religiosos por parte de los ciudadanos. Y es que si
hablamos de una democracia liberal representativa
donde los ciudadanos admiten públicamente en en-
cuestas no sentirse representados, se hace evidente
una crisis de legitimidad política. Simplemente esto
sería suciente para desacreditar a un sistema, sin
necesidad de mencionar las crisis económicas, de
desigualdad social, migratorias, los conictos béli-
cos o la crisis climática, que ponen en duda el actual
modelo, incapaz de abordarlas con eciencia.
Si decidimos, por ejemplo, analizar la crisis climáti-
ca, nos veremos obligados a abandonar el mito del
progreso, pues este se erige en torno a la ilusión del
crecimiento en un planeta con unos recursos limita-
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Artículo original
dos y unos límites físicos que hacen del mantra del
capitalismo un oxímoron en sí mismo. Yayo Herrero
armaba en su charla “¿Crisis civilizatoria o crisis
(únicamente) climática?” que somos seres ecodepen-
dientes e interdependientes, vulnerables y sujetos a
los límites de la tierra. En esta denición encontra-
mos un matiz en el sujeto como proceso relacional:
la idea de dependencia. No solo estamos hablando
de la responsabilidad ética de generar vínculos colec-
tivos, sino también de la necesidad de los demás para
nuestra propia subsistencia. Herrero nos explica que
somos seres dependientes de los cuidados a lo largo
de varios ciclos de nuestras vidas, además de depen-
dientes de unas condiciones físicas determinadas
para poder habitar este planeta. Recordemos que no
es el planeta el que está en peligro, sino nuestra vida
en él. Con esto quiero decir que, a mi entender, la
constitución del sujeto concebida como un proceso
relacional no es un posicionamiento ético-político
opcional, sino una realidad ineludible a la que se
debe reaccionar para garantizar la vida.
Los artefactos y dispositivos ético-políticos alrede-
dor de los que construir una sociedad justa deben,
por tanto, estar basados en la capacidad de creación
de una subjetividad relacional ecodependiente e
interdependiente, consciente y localizada. Estos dis-
positivos deberán ser públicos, accesibles y abiertos
si queremos evitar que el capitalismo y sus prácti-
cas marquen la agenda de actores tan importantes
como la tecnología o la ciencia. Cuando algo es
abierto, fomentamos el diálogo, hacemos accesible
la información con la esperanza de que esta sirva en
lo colectivo. Lo público es divulgativo, mientras que
lo privado es restrictivo. Lo privado puede además
ser represivo, como veremos más adelante. Tene-
mos varios ejemplos de ello en la sociedad actual de
la información, donde los grandes gigantes tecnoló-
gicos hacen uso de nuestros datos para imponer un
capitalismo de vigilancia y automatizar los sesgos
discriminatorios.
Si comulgamos con la armación de Latour (2008,
p. 365) según la cual “toda ciencia es a la vez un
proyecto político, así como con “la principal tesis
de Verbeck, que sostiene que las tecnologías con-
tribuyen activamente al modo en que los humanos
desarrollan una ética” (Braidoi, 2009, p. 201), en-
tonces es probable que también estemos de acuerdo
con lo señalado por Braidoi (2015, p. 57):
Deberíamos revisar la segregación de los campos
discursivos y comprometernos a favor de una
reintegrada teoría posthumana que comprenda
tanto la complejidad cientíca y tecnológica y sus
consecuencias para la subjetividad política como
la economía política y las formas de gobernanza.
Sabemos que el capitalismo funciona como un apa-
rato de organización social mutable, capaz de fago-
citar cualquier línea de fuga posible para convertirla
en un régimen de control al servicio del mercado; es
entonces crucial cuestionar las relaciones de poder
entre economía y formas de gobernanza.
En cuanto a estas últimas, las únicas que pueden ga-
rantizar al posthumanismo una subjetividad relacio-
nal ecodependiente, interdependiente, consciente y
localizada son aquellas que buscan la creación de es-
pacios no jerarquizados y con ausencia de coerción
y, por lo tanto, también de concentración de poder.
Creo que la anulación del poder es clave para poder
entender el proceso relacional de subjetivación de
manera estrictamente horizontal y eliminar, así, la
posibilidad de que discursos basados en la otredad
emerjan, además de evitar resistencias y favorecer la
colectividad. Deben ser espacios de libre asociación
y autoorganizados, siempre provisionales y que fun-
cionen en ciclos iterativos. Se trata de movimientos
que buscan “lo colectivo como una expansión de
la naturaleza y la sociedad” (Latour, 2008, p. 362).
Estos espacios están siempre en construcción, son
prototipos eternos que buscan huir de la rigidez
del tótem institucional para poder expandirse o
contraerse, añadir o restar, para ser proceso.
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Inmaterial 09
Pablo Sánchez
Paradójicamente, podemos apoyarnos en procesos
de diseño y desarrollo de soware o productos tec-
nológicos con el n de reconocer algunas de estas
prácticas. Me reero a los movimientos de soware
libre y open source o código abierto. Lafuente, en su
artículo “La verdad entre todos” (2018), ya pro-
ponía un proceso de construcción colectiva donde
el bien común se sitúa por encima de las élites
académicas, políticas, económicas o de cualquier
otra índole. Estos procesos colectivos que describe
Lafuente son tremendamente parecidos a dichos
movimientos de soware libre. En ellos, nos habla
de grupos de trabajo heterogéneos, documentación
colaborativa, controles de versiones, valoración de
práctica fork, valoración por iteración, mapas de ver-
siones y un largo etcétera de terminología habitual
en las prácticas de soware libre. El movimiento de
soware libre nace de la mano de Richard Stallman
y es uno de los ejemplos más paradigmáticos de
plataforma pública de producción social. La loso-
fía imperante en este movimiento hace continuas
alusiones a la ética. La entrada del copyright en el
mundo del soware informático, en 1980, hizo que
Richard Stallman anunciara el proyecto GNU en
el Instituto Tecnológico de Massachuses (MIT,
por sus siglas en inglés) en 1983. En su página web
se puede leer lo siguiente: “El soware libre es, ante
todo, una forma ética de entender el soware o
los programas de ordenador. Eso incluye tanto la
fabricación de los programas como su distribución
y su utilización.
Para que un programa de ordenador sea conside-
rado soware libre debe respetar cuatro derechos o
libertades considerados como fundamentales. De
acuerdo con Stallman (2004, p. 24), los usuarios
deben tener derecho a:
· Utilizar el programa sin restricciones,
donde quieran, como quieran y para lo
que quieran.
· Estudiar cómo funciona el programa y, si
lo desean, adaptarlo a sus necesidades
especícas.
· Distribuir copias a sus amigos,
empleados, conocidos, empleadores y,
en denitiva, a cualquier persona que
consideren.
· el programa, publicar y distribuir sus
mejoras al público (o a quien deseen), de
modo que más personas salgan
beneciadas de los cambios.
Esta voluntad y estructura para generar conoci-
miento y comunidad de forma abierta, pública y
accesible es, en mi opinión, un buen ejemplo de las
bases de un dispositivo ético-político que puede
servirnos como modelo a la hora de imaginar polí-
ticas armativas de creación de una sociedad más
justa y libre. Es también en el diseño y desarrollo
de soware libre donde podemos asomarnos para
comprender aciertos y errores de espacios en que
tecnología, ciencia, cultura, asociación y autoges-
tión son tratadas en ciclos iterativos, siempre en
continua construcción, con apertura y atención al
cambio, con el objeto de ser incluidas con facilidad
en su proceso. En estos ciclos iterativos intervienen
distintos agentes, diseñadores, programadores,
ingenieros o amateurs interesados en colaborar en
comunidades, aunque siempre sitúan al ciudadano
en el centro de su diseño. Es decir, contamos con
equipos formados por distintos agentes colaboran-
do en asociaciones libres, altamente organizados,
sensibles al cambio y con grandes deseos de partici-
par en la producción cultural de manera horizontal,
y que trabajan de forma conjunta con el único n
de crear herramientas para la sociedad. La moneti-
zación o cualquier otro dispositivo de la axiomática
capitalista no tienen cabida en este modelo. Sin
duda, una referencia a la hora de imaginar el reto
cientíco y tecnológico y cómo la robótica, la neu-
rociencia, la biogenética y la farmacología podrían
encontrar vías de escape a la agenda capitalista.
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Si nuestra intención es la de analizar la agenda del
capitalismo contemporáneo, una buen inicio para
ello sería observar las empresas que lo capitanean.
Según la revista Forbes, las diez empresas más va-
liosas del mundo en 2019 con base en su capitaliza-
ción de mercado eran: Amazon, Google, Microso,
Facebook, Coca-Cola, Samsung, Disney, Toyota y
McDonald’s. Tenemos, entonces, cinco empresas
del mundo tecnológico, dos del de la automoción,
otras dos más del de la alimentación, y una dedicada
a la industria audiovisual y el merchandising.
Situando el foco en las empresas tecnológicas, que
lideran claramente el ranking, gracias a Statista sabe-
mos que, de acuerdo con los últimos datos acce-
sibles a fecha de marzo de 2019, el número de muje-
res que trabajan en puestos técnicos es del 21 % en
Google, el 22 % en Facebook, el 23 % en Apple y
el 20 % en Microso. Lamentablemente, Amazon
no revela esos datos. Comprobamos, así, que las
empresas más valiosas y poderosas del mundo están
integradas por un 80 % de hombres. Son varias las
voces que señalan la época actual como un “capi-
talismo de vigilancia” (Zubo, 2019), donde estos
gigantes tecnológicos hacen uso de la extracción y
el análisis de datos para la creación de patrones de
comportamiento. Más allá de la monitorización,
personalización y customización de deseos, estas
empresas son responsables de prácticamente la
totalidad del consumo cultural contemporáneo. El
siguiente pasaje de Lev Manovich (2001, p. 65), in-
cluido en su celebrado libro El lenguaje de los nuevos
medios de comunicación, sirve para ilustrar esta idea:
Debido a que la ventana del buscador web
remplazó a la pantalla de cine y televisión,
la galería de arte, la librería y el libro, todo al
mismo tiempo, una nueva situación se
manifestó: toda la cultura, presente y pasada,
está ltrada por un ordenador, con su
particular interfaz humano-ordenador.
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Pablo Sánchez
Fig. 2. Autorretrato de Rembrandt de 1660, visto por la lente de 2020.
Si damos por buena esta premisa y aceptamos que
actualmente toda la cultura está ltrada por un
ordenador, entonces sería el momento de debatir
sobre el impacto que puede tener su uso a la hora
de generar o consumir cultura, así como el impac-
to por parte de los diseñadores e ingenieros, entre
otros actores, encargados de darle forma. ¿De qué
manera impacta que la gran mayoría de los siste-
mas operativos estén diseñados por tres empresas
(Microso, Apple y Google) que cuentan entre
sus las con un 80 % de hombres? Por desgracia,
Linux, un soware de código abierto, tiene solo un
0.38 % de usuarios, frente al 40.28 % de Android,
el 35.12 % de Windows, 13.6 % de iOS, el 7.62
% de OS X y un 1.29 % de margen de soware
desconocido.
En el régimen tecnológico que rige el mercado ac-
tual podemos detectar claros y concretos ejemplos
de ello, causados por el desequilibrio de género
en los equipos de diseño. En el libro La mujer invi-
sible: descubre cómo los datos conguran un mundo
hecho por y para los hombres, Caroline Criado nos
ofrece varios casos que merece la pena rescatar
para denunciar esta desafortunada realidad, que
ella llama el “enfoque one-size-ts-men”.
Para empezar, tenemos el tamaño de los teléfonos
móviles. Según Criado, debido a que los teléfonos
móviles miden, a día de hoy, unos catorce centí-
metros de promedio, podemos argumentar que
están diseñados para las manos de los hombres.
Estos pueden usar el dispositivo con una mano
perfectamente, mientras que las mujeres, a causa
del tamaño estándar de sus manos, no mucho
más grandes que el propio teléfono, tienen serias
dicultades para ello. A, el simple acto de tomar
una foto con una sola mano se convierte en un
problema para ellas. Además de ser más difícil de
usar, el teléfono no cabe de ninguna de las maneras
en los pequeños bolsillos de los pantalones diseña-
dos para mujeres, con lo que las monitorizaciones
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Inmaterial 09
Posthumanismo y búsquedas autocompletadas
Artículo original
pasivas de algunas aplicaciones móviles para contar
pasos u otras utilidades ven afectados su rendimien-
to cuando los aparatos son cargados en bolsos.
Otro ejemplo de ello es el dispositivo de recono-
cimiento de voz de Google, que cuenta con un 70
% de probabilidades de reconocimiento si la voz es
masculina (Tatman, 2016). La sociolingüista y data
scientist Rachael Tatman constató que los subtítulos
automáticos de YouTube funcionaban mejor con
las voces masculinas que con las femeninas: en
concreto, para cada mujer, el 47 % de sus palabras
eran capturadas correctamente, frente a un 60 %
para cada hombre. Si usamos el reconocimiento de
voz de un automóvil, nos encontraremos con los
mismos sesgos por género, e incluso hay algunos
que solo responden a la voz masculina, como
denunció una usuaria de un Ford Focus de 2012
(Carty, 2011). Esto sucede porque algunas de estas
tecnologías son entrenadas con bases de datos de
grabaciones de voz que pueden tener una brecha de
género, es decir, incluir un porcentaje más elevado
de grabaciones de voz masculinas. Cuando estas
brechas de género se camuan bajo la aparente neu-
tralidad tecnológica, lo que hacen no es otra cosa
que perpetuar unos roles determinados, los cuales
se maniestan a menudo en diferentes sowares.
Existen sowares de traducción, por ejemplo, que
traducen por defecto los géneros neutros en mascu-
linos (Criado, 2020, p. 3070).
Según nos cuenta Tatman, desafortunadamente
esto no es nuevo, sino que hay una larga tradición
de tecnología de reconocimiento de voz que fun-
ciona mejor con los hombres que con las mujeres.
El estudio “A eld study of the impact of gender
and user’s technical experience on the performance
of voice-activated medical tracking application
(Rodger y Pendharkar, 2003), en el que se apoya la
teoría de Tatman, señala que el sowaredico de
dictado de voz ofrece mejores resultados cuando es
usado por hombres. Por su parte, el paper “Children
are ready for speech technology - but is the techno-
logy ready for them?” (Nicol et al., 2002), también
en la bibliografía de soporte de Tatman, expone que
las tecnologías de reconocimiento de voz funcionan
peor para las mujeres que para los hombres, y peor
para las niñas que para los niños.
Criado (2020, p. 3271) nos describe otro buen
ejemplo en el capítulo de su libro dedicado al
diseño:
Cuando Apple lanzó con gran ostentación su
sistema de monitorización de la salud en
2014, se jactó de tener un monitor de salud
integral”. Podía controlar la tensión arterial,
los pasos, el nivel de alcohol en la sangre o
incluso la ingesta de cobre y molibdeno (no,
yo tampoco). Pero, como señalaron muchas
mujeres en aquel momento, olvidaron un
detalle crucial: un monitor del ciclo menstrual.
Muchos de estos errores forman parte de nuestro
presente, y resulta obvio pensar que se podrían
haber evitado fácilmente con un equipo de diseño
más diverso.
La interfaz es un lenguaje y, como todo lenguaje,
es bidireccional, ya que constituye un diálogo. A
menudo pensamos en las interfaces como sistemas
pasivos, diseñados de forma ecaz y transparente
para permitirnos acceder a información o vehicular
acciones a través de ellas. Pero, como en todo diá-
logo, la información se ltra, se ordena, se prioriza,
se enseña o se esconde en función de los intereses
de las partes implicadas. Estos intereses abarcan
desde factores propios de la política empresarial o
las estrategias de venta hasta factores inherentes al
proceso de diseño, como los patrones de diseño de
interacción o los protocolos de los test de usuario.
73
Inmaterial 09
Pablo Sánchez
Pero quizá uno de los temas más candentes al que
nos enfrentamos a la hora de ltrar la cultura y otros
mecanismos sociales por medio de las pantallas sea
el de los algoritmos. Un algoritmo es un conjunto
de instrucciones o reglas denidas que permiten
procesar datos y proponer soluciones. Es un algorit-
mo el que decide el resultado de nuestras búsque-
das en Google o las noticias que aparecen en nues-
tras redes sociales. Son los algoritmos, de Google o
Facebook entre los más usados, los que deciden qué
vemos y cuándo. Pero los algoritmos son diseñados
y denidos por humanos. Si el 80 % de los traba-
jadores de las cinco empresas tecnológicas más
importantes son hombres, podemos armar que los
algoritmos son, actual y desafortunadamente, un
lenguaje masculino. Es decir, el escenario cultural y
social que se nos presenta en las pantallas es ltrado
por un lenguaje masculino. Un lenguaje sin cuerpo,
pero masculino al n y al cabo.
“El sexo femenino se limita a su cuerpo, y el
cuerpo masculino, completamente negado,
paradójicamente se transforma en el
instrumento incorpóreo de una libertad
aparentemente radical” (Butler, 1990, p. 63).
Es difícil imaginar un escenario más heterosexual
y capitalista que uno diseñado por hombres de
Silicon Valley. ¿Cómo y dónde podemos poner
límites entre lo cultural y lo material? ¿Realmente es
posible hablar de diversidad cultural? ¿Qué mo-
delos sociales de representación, interpretación y
comunicación están presentes en el mundo online?
“Primero deben ponerse en tela de juicio las
relaciones de poder que determinan y
restringen las posibilidades dialógicas”
(Butler, 2000, p. 63).
Si proponemos la práctica de un análisis genea-
lógico sobre la vida digital imitando la praxis de
Foucault, debemos buscar las piezas que lo articu-
lan y su mecánica. El intento de disfrazar la sicidad
de internet y su maquinaria como si se tratase de un
espacio etéreo persigue convertir la vida digital en
un espacio poco denido e inocuo, un órgano intan-
gible en el imaginario colectivo de la civilización de
la información.
¿Cómo rastrear algo que no tiene cuerpo? Sa-
bemos que los dispositivos que operan internet
son grandes centros de datos de hormigón, con
pasillos donde se apilan millones de discos duros,
extensiones de cable transoceánico, ordenadores
personales y teléfonos con cámaras y micrófonos
manejados por grandes corporaciones. Pero la me-
táfora preferida es la nube; una masa de visibilidad
variable compuesta de gotas de agua microscópica
suspendida en la atmósfera, que puede tener una o
mil formas, que se evapora y que aparece de nuevo,
siempre permeable e interpretable. Mientras los
castigos, las interacciones punitivas y, en general, los
mecanismos utilizados en prisiones, colegios o de-
más instituciones de los dispositivos disciplinarios
eran visibles, tangibles y, por lo tanto, delimitables,
los nuevos dispositivos de captura son percibidos
como transparentes, de modo que no son adver-
tidos. Los cuerpos nunca han sido tan dóciles. Al
eliminar la fricción de lo físico, la manipulación es
limpia, y se tiende hacia la ubicuidad. El objetivo es
tenerlo todo conectado: las pantallas, los electro-
domésticos, el coche, las luces, las ventanas. Todo
es internet y, a la vez, internet es solo una nube, un
anhelo inalcanzable.
74
Inmaterial 09
Posthumanismo y búsquedas autocompletadas
Artículo original
Foucault plantea la divergencia entre ciudad puni-
tiva e institución coercitiva. Tenemos, por un lado,
el poder penal repartido en el espacio social, que
opera recticando permanentemente el espíritu de
los ciudadanos, y, por el otro, el funcionamiento
compacto del poder de castigar, enderezando por
aislamiento y el encumbramiento de sus gestos
(Foucault, 2005, p. 135). En cambio, en la civili-
zación de la información nos enfrentamos a algo
nuevo, algo sin precedentes, y “algo sin precedentes
permanece irreconocible” (Zubo, 2019, p. 12).
Las formas de coerción y los esquemas de coacción
ya no son ejercicios identicables como horarios,
empleos de tiempo, movimientos obligatorios o
actividades regulares, sino artefactos prácticamente
imperceptibles. Son sugerencias, son búsquedas
relacionadas, son feeds interminables, son noticias
falsas, son búsquedas autocompletadas, son mensa-
jes, son mecanismos de goteo que moldean com-
portamientos impunemente. Si el poder penal busca
prevenir conductas y el encierro en las instituciones
Fig. 3. Captura de pantalla de un clip art que representa internet.
persigue moldear al individuo mediante la “mecánica
del poder” (Foucault, 2005, p. 141), los dispositivos
de control digital, por su parte, recopilan y capturan
experiencias humanas, las analizan, generan patrones
de predicción y modican conductas sin resistencia.
Surveillance capitalists asserted their right
to invade at will, usurping individual
decision rights in favor of unilateral
surveillance and the self-authorized
extraction of human experience for other
prots” (Zubo, 2019, p. 19)
1
.
1
Los capitalistas de vigilancia armaron su derecho a invadir a su voluntad, usurpando los dere-
chos de decisión del individuo a favor de la vigilancia unilateral y la extracción auto-autorizada
de la experiencia humana para otros benecios.
75
Inmaterial 09
Pablo Sánchez
En su libro The Age of Surveillance Capitalism,
Shoshana Zubo nos habla de lo que ella denomina
capitalismo de vigilancia, un término en reso-
nancia con las sociedades de control de Foucault y
Deleuze. La autora nos explica que empresas como
Google decidieron unilateralmente imponer un
tablero donde nuevas y radicales formas sociales
fueron preestablecidas como hechos. En esta nueva
forma de capitalismo, registrar el comportamiento
humano es un imperativo. Se extrae el compor-
tamiento de los ciudadanos analizando los datos;
lo “indecible, representado por la experiencia
humana, se vuelve cuanticable y, por lo tanto, pasa
a formar parte de la axiomática capitalista. Más tar-
de, se diseñan patrones de comportamiento con el
objetivo de venderlos en el mercado con el máximo
grado de abilidad o garantía.
Pensemos un instante en las áreas de producto de
Google. Google dispone de un servicio web inde-
pendiente para los productos basados en búsquedas
que cuenta con las siguientes utilidades: buscador,
imágenes, vídeos, noticias, nanzas, compras, libros,
patentes, escuelas, inteligencia articial (IA), ho-
teles, vuelos, grupos e historia. Solo el buscador de
Google canaliza 3.5 billones de búsquedas diarias,
todas ellas realizadas bajo una función de autocom-
pletado de sugerencias que el usuario no puede des-
activar. Además, tiene más de veinte herramientas
de comunicación, entre las que destacan gigantes de
la talla de Gmail o YouTube. Gmail es un servicio de
mensajería instantánea con 1.4 billones de usuarios,
mientras que YouTube registra más de dos billo-
nes de usuarios, que suben cuatrocientas horas de
vídeo cada minuto. Para productos relacionados
con mapas, Google Maps y Google Street View se
encuentran entre sus aplicaciones más conocidas.
Google Maps es un mapa interactivo del mundo,
con un billón de usuarios y que cubre virtualmente
el 75 % de la extensión global. Y a esta lista hay que
sumar un largo sinfín de productos. Solo en siste-
mas operativos, por ejemplo, existen productos para
móviles, ordenadores, wearables, casas inteligentes
y automóviles. Bajo el paraguas de Google, siempre
hay una empresa para cada campo de la experiencia
humana que codica, monitoriza, personaliza y cus-
tomiza cada una de ellas para su posterior venta. La
ilusión de una tecnología neutral es eso, una ilusión,
del mismo modo que lo es también la nube.
Vivimos en un momento en el que la extracción
y el análisis de datos para la creación de patrones
de comportamiento son el producto. La venta de
este producto en forma de libre asociación entre
empresas constituye el libre mercado; un mercado
regido por una instrumentalización de la razón que
cuantica la experiencia humana para poder aplicar
unas lógicas delirantes en favor del capital. Mientras
que las sociedades disciplinarias de Foucault eran
regímenes totalitarios que buscaban reeducar me-
diante el aislamiento, el capitalismo de vigilancia es
un régimen instrumentalista que persigue modicar
conductas a través de la conexión (Zubo, 2019, p.
396). Según Zubo, el objetivo de este último sería
la automatización del binomio mercado-sociedad
para resultados garantizados frente a la perfección de
la sociedad. Y, como advertía Deleuze (1990, p. 274),
en un régimen de control nada se termina nunca.
No hay empresa tecnológica que se preste que no
esté haciendo grandes apuestas e inversiones en el
campo de la inteligencia articial. Todo parece in-
dicar que el futuro se dirige hacia la automatización
de los procesos. Es común visualizar un escenario
donde las inteligencias articiales actúan como
entes con autonomía propia, dueños de su destino.
Obviamente, todavía queda mucho para alcanzar la
singularidad” que vaticinó Ray Kurzweil (2005),
es decir, ese momento en que las máquinas serán
capaces de generar versiones perfeccionadas de ellas
mismas; sin embargo, el cine y la literatura se han
encargado de situar en el imaginario colectivo a las
inteligencias articiales como máquinas autónomas.
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Inmaterial 09
Posthumanismo y búsquedas autocompletadas
Artículo original
Fig. 4. Imagen extraída del proyecto <beyondui.net>.
En lo mundano, la promesa de las inteligencias
articiales como construcciones no humanas es una
paradoja. Y es que cualquier desarrollo de machine
learning o deep learning parte de datos y algoritmos,
ese lenguaje predominantemente masculino. Si en
la industria tecnológica las estadísticas eran des-
alentadoras, en los equipos de IA de estas empresas,
de acuerdo con un estudio publicado en 2018 en
la revista Wired, solo el 12 % son mujeres. Según la
agencia Reuters, Amazon desarrolló una herramien-
ta de reclutamiento y selección de personal basada
en machine learning, en un afán por automatizar el
proceso. No obstante, nalmente se decidió can-
celar el proyecto al comprobar que la herramienta
descartaba a las mujeres sistemáticamente. Otro es-
cándalo reciente fue la tarjeta de crédito que Apple
lanzó al mercado en octubre de 2019, por medio de
la cual los hombres con idénticos activos y cuentas
que sus parejas recibían créditos hasta veinte veces
mayores que los de ellas. Uno de sus fundadores,
Steve Wozniak, al recibir un crédito diez veces ma-
yor que el de su mujer, con quien comparte cuentas
y patrimonio, armó que “los algoritmos que se
usan para establecer límites podrían tener un sesgo
inherente contra las mujeres”.
Según el Instituto AI Now, asociado a la Universi-
dad de Nueva York y que examina las implicaciones
sociales de la inteligencia articial, los sesgos encon-
trados en diversas aplicaciones de tecnologías de
aprendizaje automático para máquinas son alarman-
tes. En abril de 2019, este centro publicó el artículo
de investigación “Sistemas discriminadores. Género,
raza y poder en la inteligencia articial”, en cuyos
resultados se pueden leer los siguientes puntos:
· Hay una crisis de diversidad en el sector de
la IA que afecta al género y la raza.
· El sector de la IA necesita un cambio
profundo en la forma en que aborda la actual
crisis de diversidad.
· El enfoque sobre las mujeres en la tecnología
es demasiado limitado y es probable que
privilegie a las mujeres blancas sobre las
demás.
· Arreglar el pipeline no solucionará los
problemas de diversidad en la IA.
· El uso de sistemas de IA para la clasicación,
detección y predicción de raza y género
necesita una reevaluación urgente.
[AI Now, 2019, p. 3.]
Fig.5. Sesgo de genero en Apple Card.
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Inmaterial 09
Posthumanismo y búsquedas autocompletadas
Artículo original
La automatización de los trabajos es una amenaza
de orden social liderada, entre otros, por la inteli-
gencia articial. De acuerdo con la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
(OCDE), el porcentaje de empleos en riesgo de
automatización en España es del 21.7 %, y el Foro
Económico Mundial asegura que esta automa-
tización conllevará la desaparición de setenta y
cinco millones de empleos en todo el mundo para
2025. Por tanto, no hay duda de que el riesgo de la
automatización como contingente para el diseño de
espacios discriminatorios que preserven las relacio-
nes de poder es real.
Si tomamos la denición de “redistribución” pro-
puesta por Fraser (2000, p. 32) en su famoso debate
con Butler, según la cual este término alude a “la
redistribución de la renta, la reorganización de la di-
visión del trabajo, el sometimiento de las inversiones
a la toma democrática de decisiones, o la transfor-
mación de otras estructuras básicas de la economía,
podremos argumentar no solo que la robotización
del trabajo amenaza con ser la próxima gran redis-
tribución al modicar la estructura básica laboral y
reorganizar la división del trabajo bajo un lenguaje
masculino y discriminatorio, sino también que
supone una transformación de los modelos sociales
de representación, interpretación y comunicación,
sustituyendo identidades humanas por identidades
no humanas, cuerpos por identidades no corpóreas,
pero perpetuando el género masculino como la úni-
ca voz. En este escenario no parece lógico pretender
distinguir entre lo cultural y lo material.
Si en las construcciones tecnológicas en las que, apa-
rentemente, el género no debe tener un rol hemos
comprobado que sí lo tiene y que, además, es un
agente activo en la preservación del capitalismo he-
terosexual; en los modelos de creación de inteligen-
cia articial con enfoques de género, el panorama
es claramente desalentador. La primera pregunta es
obligada: ¿qué nos lleva a dotar de género a una má-
quina? Si basamos nuestra respuesta en los produc-
tos de consumo masivo que comercializan cuatro
de las empresas que lideran el ranking mundial, esta
será la de perpetuar roles y extender las construc-
ciones de género a las máquinas para alimentar la
ilusión de permanencia. Y es que son los asistentes
virtuales de Microso, Apple, Google y Amazon,
todas ellas empresas dirigidas por hombres, los
que tienen nombre y voz de mujer. Exceptuando
el Asistente de Google, tenemos a Siri, Cortana y
Alexa, siempre dispuestas a performar su ocio de
cuello rosa con solo pulsar un botón o al reconocer
la llamada de nuestra voz. El futuro se parece mucho
al pasado y al presente que queremos superar.
En estas construcciones tecnológicas, el diseñador
desempeña un rol crucial, al igual que los desarrolla-
dores, ingenieros, investigadores y demás implica-
dos en cualquier proceso de diseño de un producto
tecnológico. Para poder acudir desde el diseño a
la llamada a las políticas armativas que demanda
Braidoi, los diseñadores debemos aceptar nuestra
responsabilidad en el desafío posthumanista y pro-
poner diseños y procesos que garanticen la subje-
tividad ética y política de seres ecodependientes e
interdependientes, localizados y autoorganizados,
lejos de las lógicas delirantes del capitalismo, pero
abrazando las capacidades tecnológicas y cientí-
cas y aplicándolas mediante procesos sostenibles
e iterativos, en consonancia con un planeta nito.
Los espacios de diseño deben ser espacios diversos,
formados por distintos agentes que colaboren en
asociaciones libres, altamente organizados, sensi-
bles al cambio y con grandes deseos de participar
en la producción cultural de manera horizontal. Su
n debe ser el de crear herramientas para la socie-
dad; herramientas abiertas, sostenibles, accesibles
e iterativas, basadas en procesos relacionales. En mi
opinión, uno de los impedimentos para lograr ge-
nerar herramientas-proceso de este tipo es la propia
incapacidad por parte de los diseñadores de creer
79
Inmaterial 09
Pablo Sánchez
que podemos construir tales entidades. Por lo tan-
to, tenemos dos retos por delante: el de generarlos
y el de sentirnos capaces de hacerlo.
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Pablo Sánchez
hola@pavlosanchez.com
Diseñador especializado en el ámbito digital. Durante
varios años ha combinado su trabajo profesional con la
docencia en Idep, Bau y Elisava, donde sigue colaborado
una vez al año en el Master en Diseño y Dirección de
Proyectos para Internet. En 2016 colabora con una po-
nencia en el primer congreso Interface Politics y en 2018
comisiona el UX Avant de Elisava: Creación Musical e
Interfaz. Actualmente trabaja en Berlín diseñando pro-
ductos para la empresa de soware y hardware musical
Ableton, además de realizar proyectos freelance en el
campo del sonido y el cine, mientras cursa el master en
Filosofía para Retos Contemporáneos de la UOC.