“Living creatures, according to this
stance, are in no way ‘better’ than
rocks. Indeed, in a nonlinear world
in which the same basic processes
of self-organization take place in
the mineral, organic and cultural
spheres, perhaps rocks hold some
of the keys to understand sedimen-
tary humanity, igneous humanity
and all their mixtures.”
Manuel DeLanda,
«Te Geology of Morals»
«El sustrato mágico formaba parte
de una concepción animista de la
naturaleza que no admitía ningu-
na separación entre la materia y el
espíritu y de este modo imaginaba
el cosmos como un organismo vi-
viente, poblado de fuerzas ocultas,
en el cual cada elemento estaba en
relación “favorable” con el resto.»
Silvia Federici, Calibán y la bruja
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Inmaterial 01. Jaron Rowan
Diseño y materialismo:
hacia materias salvajes
Jaron Rowan
Inmaterial 01. Diseño y materialismo: hacia materias salvajes
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En el año 1992, el cantante y compositor Kiko Veneno regaló al mundo
una estrofa que recogía de forma clara lo que muchos autores y autoras
cercanas a los denominados nuevos materialismos tratarán de explicar en
numerosos libros y artículos académicos. Al final de su canción Mercedes
Blanco, escuchamos: «Ponme, ponme la cinta otra vez / Pónmela hasta que
se arranquen / los cachitos de hierro y cromo / a cantar como tú sabes».
De forma metafórica, Veneno nos señalaba la materialidad de las cintas de
casete, fijaba nuestra atención en cómo las partículas de dióxido de cromo
(CrO2) y óxido de hierro (Fe2O3), al entrar en contacto con los cabezales
magnéticos del reproductor, liberan sonidos que se «arrancan a cantar».
Esa materia contenida e invisible para los seres humanos no puede por
menos de elevar el canto al deslizarse entre cabezales recubiertos por una
pastilla de carburo de wolframio (W3C). La materia se vuelve salvaje por
unos instantes, hasta quedar envuelta por una bobina de plástico que la
protegerá hasta la siguiente reproducción. El plástico es un buen aislante.
A través de su metáfora, Veneno ha antropomorfizado la materia y le ha
dado el atributo de la voz, pero todos sabemos que la metáfora no es nece-
saria para saber que cada vez que la cinta pase entre los cabezales emitirá
los sonidos contenidos en sus partículas de hierro y cromo. La materia no
necesita tener boca para cantar y no necesita una ética para saber cuándo
emitir sus sonidos y cuándo es mejor callarse.
De esta manera, Kiko Veneno nos brinda una introducción a los nuevos
materialismos, una esfera de pensamiento que, cuatro años más tarde, ya se
imaginaba Manuel DeLanda cuando, en un artículo titulado «Te Geolo-
gy of Morals: A Neo-Materialist Interpretation», apuntaba la necesidad de
establecer «una filosofía de corte materialista en la que la materia-energía
en estado salvaje, mediante una variedad de procesos de autoorganización
y un intenso poder de morfogénesis, genera todas las estructuras que nos
rodean» (DeLanda, 1996). Estos «nuevos materialismos» no tardaron en
convertirse en una disciplina académica que Reichert y Richterich definen
como ese pensamiento que está «concernido por las cosas y sus haceres»
(Reichert y Richterich, 2015). Jussi Parikka lleva esta idea incluso un poco
más lejos y establece una suerte de agenda para los nuevos materialismos
y nos advierte que «es necesario elaborar formas para entender cómo la
percepción, la acción, la política, los significados (e incluso los no-signifi-
cados) están incrustados no solo en los cuerpos humanos y animales, sino
en cosas que pueden ser más efímeras y menos sólidas, pero igualmente
reales. Esas materialidades raras que no se doblegan necesariamente ante
los ojos y los oídos humanos no constituyen solamente objetos palpables,
sino que incluyen modulaciones eléctricas, magnéticas y de otras energías,
en las que el poder se encuentra incrustado» (Parikka, 2012: 96). Podemos
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Inmaterial 01. Jaron Rowan
añadir a esta agenda una perspectiva interesante: los nuevos materialis-
mos no pueden dedicarse a mirar las cosas fuera de contexto, sino que,
como nos alertan Abrahamsson, Bertoni, Mol e Ibáñez Martín (2015),
es importante analizar la materia como un conjunto de relaciones o, por
decirlo con sus propias palabras, «las materialidades trabajan en concierto
y siempre son relacionales» (Abrahamsson, Bertoni, Mol e Ibáñez Martín,
2015: 14). Así, los nuevos materialismos estarían interesados en explorar
y estudiar las coreografías de las cosas, sus movimientos y trayectorias,
sus vínculos con otras cosas, las agencias de sus diferentes materialidades,
sus éticas, políticas, estéticas y eróticas (Boserman, Rocha, Rowan, 2015).
Por estas razones, lanzamos desde aquí la hipótesis, pero también el reto,
de que es posible e incluso deseable pensar el diseño en relación con los
nuevos materialismos. A continuación exploraremos algunas de las impli-
caciones que tendría este desplazamiento.
Ya existe una larga tradición de estudios de diferentes disciplinas en las
cuales se han puesto en el centro las distintas materialidades. Los estudios
de medios (media studies), los estudios de software o los estudios sociales de
la ciencia y la tecnología constituyen algunos poderosos referentes en este
sentido. La investigadora Eleni Ikoniadou hace un claro alegato en pro de
repensar los estudios de medios que tradicionalmente se han centrado en
analizar los mensajes para pensar los medios como conglomerados tec-
no-semióticos que es necesario evaluar, teniendo en cuenta sus diferentes
materialidades. Esto implicaría «buscar encajes entre las tendencias más
especulativas presentes en la teoría de medios (las tendencias y los cru-
ces entre el materialismo abstracto, el realismo especulativo y los nuevos
materialismos, para citar a los sospechosos habituales) y las formas más
tecnológicas de entender los medios según su pragmatismo o sus realida-
des algorítmicas (más cercanas a la tradición alemana)» (Ikoniadou, 2015:
3). Esta tradición alemana, capitaneada por el siempre controvertido Frie-
drich Kittler, ha empujado a teóricas y teóricos de la tecnología a explorar
sus límites materiales, poniendo de relieve la importancia del hardware y
las materialidades de la información que procesa. Así, nos veríamos en la
situación de pensar los medios y las tecnologías más allá de los mensajes
que desplazan o los usos que hacemos de ellos, explorando su materialidad
en todas sus dimensiones.
En esta línea surgieron los denominados «estudios de software», que tra-
taban de poner en crisis «la supuesta inmaterialidad del software» (Fuller,
2006: 4). Uno de sus máximos exponentes, el académico británico Mat-
thew Fuller, subraya que «los objetos se han convertido de forma explícita
en elementos tanto informacionales como físicos, sin perder por ello ni un
Inmaterial 01. Diseño y materialismo: hacia materias salvajes
7
ápice de su materialidad fundamental» (Fuller,
La política de los seres humanos es diferente de
2005: 2). De esta forma, podemos llegar a enten-
la política de los objetos, las políticas de la tec-
der el software como un tipo de materia que se
nología. Es la política del deseo versus la política
conjuga y se articula con otras materias menos
de las affordances. «Los medios nos determinan»,
vistosas. Muchas veces, el problema radica en
escribe, sin titubear, Kittler (1999); la tecnolo-
que el «software se percibe como una herramien-
gía nos hace, nos escribe. Nietzsche lo vio claro.
ta, algo que utilizamos para hacer otras cosas. Se
«Las herramientas que usamos para escribir
percibe como algo neutral, gris o, con un poco
también trabajan sobre nuestros pensamientos»
de suerte, azul» (Fuller, 2006: 3). Es una materia
(Kittler, 1999: 200). La información ya es parte
que, como advertía Fuller recientemente en su
de la estructura material de las tecnologías de
conferencia dentro del marco del congreso «In-
computación y Gane lo hace explícito: «Al igual
terface Politics», se presenta como transparente,
que Kittler, Hayles cuestiona muchos de los
pero cuya transparencia tenemos que entender
presupuestos liberales que definieron los inicios
siempre en relación con un juego de opacidades.
de la teoría de la información y la cibernética,
entre ellos la idea de que la información se puede
Kittler ya nos había advertido que «la llamada
extraer de los contextos materiales, las condicio-
filosofía de quienes se hacen llamar la comu-
nes y las prácticas en las que se inserta» (Gane,
nidad de programadores pone todo su énfasis
2005: 37). Así, Kittler, inspirado por el método
en esconder el hardware detrás del software, los
de trabajo del pensador francés Michel Fou-
significantes electrónicos detrás de las interfa-
cault, propone hacer arqueologías de los medios
ces humano/máquina» (Kittler, 2014: 223). Por
y tecnologías que usamos para entender cómo
consiguiente, las interfaces gráficas de usua-
operan sus estructuras de poder. La arqueología
rio «impiden que los usuarios hagan uso de la
de los medios es, de esta manera, la arqueología
máquina en su totalidad» (Kittler, 2014: 224);
de las máquinas que nos producen como sujetos,
una materia sirve para ocultar otra y una ma-
de los medios que nos determinan como seres
teria ordenada nos impide acceder a la materia
humanos, de las máquinas que nos piensan y con
salvaje. El universo simbólico nos impide ver
las que pensamos. El materialismo mediático
los diferenciales de electricidad, los circuitos y
importa. De este modo, las transformaciones
las placas que nos permiten remediar cualquier
tecnológicas son también transformaciones
texto, imagen o idea. Con esto, Kittler predice la
en nuestra subjetividad (Lazzarato, 2014). Es
desaparición del software (2014); lo importante
importante comprender la articulación de las
es el hardware: la máquina. Todo lo demás son
máquinas y los signos con los que habitamos
mediaciones innecesarias. Como bien explica
para entender nuestras subjetividades, las subjeti-
Nicholas Gane, «Kittler argumenta que los usua-
vidades máquinas.
rios de las tecnologías digitales ignoran, durante
gran parte del tiempo, las operaciones que hace
Centrarnos en la materia también nos obliga a
el hardware para estructurar sus usos básicos y
dejar nuestros relojes en casa. El análisis se abre
se mantienen inconscientes de las estructuras de
a procesos que tienen lugar a escalas temporales
poder inherentes a la tecnología» (Gane, 2005:
no humanas, como deja claro Andrew Barry
35). La política de la interfaz nos distrae de la
en su análisis de la metalurgia, esa alquimia
política de lo tecnológico.
contemporánea que trabaja sobre objetos que
parecen fijos, inmutables, pero que van cambian-
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Inmaterial 01. Jaron Rowan
do irremediablemente. En este sentido, el autor no duda en afirmar que
«los metales fluyen y comparten ciertas propiedades con los materiales
vivos. La diferencia es que fluyen muy despacio y, desde el punto de vista
de la metalurgia, de forma más profunda e irreversible que los fluidos»
(Barry, 2010: 94). Trabajar el acero implica pensar en cambios estructura-
les de un material que pueden acontecer en escalas temporales no huma-
nas, pero con consecuencias muy palpables. Por eso, quienes se dedican a
la metalurgia «no se sorprenden por el fallo de los materiales, puesto que
los materiales no están muertos, no son las substancias inertes que a veces
nos imaginamos» (Barry, 2010: 106). Por consiguiente, las políticas de los
materiales han de ser, irremediablemente, distintas de las políticas de los
humanos. La transformación material no puede ser evaluada con los mis-
mos criterios éticos que la transformación de los seres humanos.
No es de extrañar que al materialismo le gusten las infraestructuras, esas
articulaciones heterogéneas de materiales pensados para durar. Matthew
Fuller y Tomás Sánchez Criado dan buena cuenta de ello más adelante, en
este mismo volumen. Son elementos concebidos para prolongar las expec-
tativas humanas en el tiempo. La infraestructura nos ha de dar confianza,
estabilidad. Los puentes juntan elementos distantes, pero también nos
proyectan a un futuro. Los certificamos. Especulamos. Exigimos que so-
porten nuestro peso, nuestro tránsito, nuestro comercio. Los remendamos.
Seres humanos luchando para que los objetos no devengan cosas (Domín-
guez Rubio, 2015). Zurcimos nuestros calcetines para que no se vuelvan
salvajes, para que no devengan masas informes de algodón, hongos, ácaros
y vida. Pintamos nuestros puentes para que el óxido no haga de las suyas.
Alquitranamos las carreteras una y otra vez con la vana esperanza de que
no se las coman las plantas. Nuestra necesidad de estabilidad sobre su
tendencia al cambio. Certificamos que la materia se va a mantener estable
unos años, unas décadas, unos siglos, pero sabemos que al final lo salva-
je va a ceder. Los artistas lo saben bien: Tapies, Barceló, Pollock. Obras
que se deshacen a su antojo, para horror de los restauradores de museos.
La materia se corrompe. Lo sabía bien Giordano Bruno. Advirtió que la
materia corrupta daba pie a otras materias. El árbol caído alimenta a los
insectos que lo devoran. La materia se transforma. Del cadáver se alimen-
tan las alimañas. Bruno lanzó una hipótesis dura: Dios está presente hasta
en los cuerpos corruptos (Stoekl, 2007). Otra alquimia, la trasmutación
de la materia, entra en juego. Con esto nos vemos obligados a contener el
juicio ético para hablar de transformación material. Eso es pedirle de-
masiado a una iglesia que condenó a Bruno por herejía. Dios sólo puede
estar en las cosas ordenadas, no en las decadentes. Miedo a lo salvaje. La
transformación ha de ser para bien, pero nuestro secreto compartido es
Inmaterial 01. Diseño y materialismo: hacia materias salvajes
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que la transformación pasa a pesar nuestro. El reto para el diseño es pensar
la transformación sin correlacionismo (Meillassoux, 2009).
Una visión materialista del diseño debería implicar poder elaborar teo-
rías de los objetos en transición. Una teoría de estados. Lo ha visto bien
Manuel DeLanda en Mil años de historia no lineal, un relato de corte
materialista en el que usa la geología como base para entender los procesos
y las transiciones históricas. Capas. Fusiones. Rupturas. Devenires incier-
tos, cambios de fase activados por diferenciales de presión, oscilaciones
térmicas. DeLanda expone que «lo que es verdad para los sistemas físicos
afecta de forma mucho más clara a los sistemas biológicos. Los atractores
y las bifurcaciones son característicos de cualquier sistema cuyas dinámi-
cas están lejos del equilibrio y responden a dinámicas no lineales, es decir,
a sistemas en los que se dan fuertes interacciones mutuas (o feedback)
entre los diferentes componentes» (DeLanda, 1997: 14). Las expectativas
humanas son lineales; son a corto plazo. Apenas podemos concebir cómo
puede ser el mundo dentro de un par de generaciones. Ballard dio en el
clavo en su relato «El mensaje de Marte», en el cual, a medida que avanza
el tiempo, los seres humanos pierden la capacidad para vincularse con una
tecnología que los va a sobrevivir. Los tiempos de los materiales escapan
a estos criterios. Nuestro deseo se vuelve moralina. Convertimos nuestras
expectativas en certificaciones, en valoraciones.
Entender cómo nacen las cosas, cómo se transforman o cómo nos trans-
formamos con ellas estuvo en el centro del trabajo del filósofo francés
Gilbert Simondon. Este pensador, que nos abruma con la infinidad de
palabras que acuñó para describir los procesos que permiten que las cosas
sean como nos las encontramos, nos puede dar importantes claves para
entender la relevancia de ciertos materialismos para comprender cómo
nacen las cosas, un tema importante para los estudios de diseño, como
ya nos dejó claro Bruno Munari (2000). Para Simondon es importan-
te entender los diferentes órdenes en los que acontecen las cosas: «Una
planta, por ejemplo, establece una comunicación entre un orden cósmico
(ese orden al que pertenece la energía de la luz) y un orden intramole-
cular (el de las sales minerales, el oxígeno, etcétera» (Combes, 2013: 4).
Es importante comprender las tensiones que se generan entre estas dos
realidades para comprender cómo una planta se «individualiza», es decir,
cómo adquiere una forma específica. Ninguna forma individual «puede
existir sin el medio con el que se complementa y que a su vez surge del
proceso de individuación» (Combes, 2013: 4). Por consiguiente, cualquier
individuo —y esto puede referirse a un ser humano o a un objeto no-hu-
mano, indistintamente— ha de entenderse como un campo de tensiones
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Inmaterial 01. Jaron Rowan
que interactúa constantemente con un conjunto
ciado (2008). Hay objetos capaces de atraer a los
de operadores que permanecen más o menos
seres humanos o a otros objetos: es indiferente.
visibles (la presión, la temperatura, la veloci-
La erótica como momento de descubrimiento
dad, etcétera). Para aclarar su teoría, Simondon
del potencial de combinatoria. Nietzsche, aun
usa el ejemplo de la formación de un ladrillo.
cuerdo, escribió bonitos poemas a su máquina de
Cuando un bloque de barro se encuentra con un
escribir: «THE WRITING BALL IS A THING
molde, «la materia del barro y la forma para-
LIKE ME: / MADE OF IRON YET EASILY
lelepípeda del molde tan solo constituyen dos
TWISTED ON JOURNEYS. / PATIENCE AND
puntos de encuentro entre dos semitrayectorias
TACT ARE REQUIRED IN ABUNDANCE, /
tecnológicas, dos pseudocadenas que, al juntarse,
AS WELL AS FINE FINGERS, TO USE US». La
contribuyen a individualizar el ladrillo de barro»
máquina lo hacía a él y él hacía con la máquina.
(Combes, 2013: 5). De este modo, los procesos
La seducción dio pie a una trayectoria conjunta.
de individualización son ejercicios de modula-
Ambos padecieron cambios climáticos y fatigo-
ción entre materias que entran en contacto. El
sos viajes. Devinieron juntos algo que no eran
ladrillo es solo un momento de la trayectoria de
antes de encontrarse. Preciado y la testosterona
la materia barro en su devenir otra cosa. El barro
en gel también han cruzado sus caminos. Se
crece en el molde para devenir ladrillo, pero
han ensamblado en un nuevo elemento que no
después seguirá otras trayectorias, en función de
preexiste a su mutua contaminación. Son rea-
su contacto con oscilaciones térmicas, elementos
lidades químicas que estallan y se recombinan
vegetales o intervenciones humanas. La informa-
para producir un cuerpo nuevo. Los cuerpos —
ción contenida en el molde se «transduce» y da
claro está— siempre han sido objetos de diseño.
pie a la formación del ladrillo, de la misma forma
En Cartas luteranas, Pasolini no explicó que
que «el cristal que crece en todas direcciones a
sabe todo lo que sabe gracias a una cortina, una
partir de una semilla microscópica dentro de
cortina de algodón que lo ayudaría a entender
su solución acuosa en la que cada capa mole-
las clases sociales, la ordenación de lo social.
cular constituida sirve de base para estructurar
La cortina diseñó el pensamiento de Pasolini.
la siguiente capa en su proceso de formación»
Nietzsche-máquina de escribir, Pasolini-cortina
(Combes, 2013: 6). Los minerales adquieren su
y Preciado-testosterona en gel son alianzas que
forma al cruzar lindes, umbrales de intensidad.
producen cuerpos nuevos, nuevas subjetividades,
Tendemos a pensar los objetos como resultados
materias que se seducen, experimentan y aceptan
finales, cuando son manifestaciones de procesos
jugar y bailan siguiendo una coreografía incierta.
más largos. Nuestra interacción con los objetos
puede alterar su trayectoria, de la misma forma
Esto complica el punto de partida para concebir
que puede alterar la nuestra. Devenimos siempre
la relación entre diseño y transformación social.
en comunidad, en comunidades de materiales en
Nos obliga a escapar del imaginario de seres
constante interacción.
humanos doblegando la materia para mejorar el
mundo para situarnos en un contexto más com-
La materia tiene su erótica, tiene sus mecanis-
plejo de relaciones de materias que nos hacen.
mos de seducción. Atractores y brillos. El glamur
Nos lleva a pensar la política desde un punto de
del que habla Trift (2009), la realidad sensual
vista más complejo. Nos obliga a repensar quién
que nos sugiere Harman (2011), la cortina de
hace diseño. Aceptar la política como algo que
Pasolini (1997) o la testosterona en gel de Pre-
va más allá de lo que decidimos los seres huma-
Inmaterial 01. Diseño y materialismo: hacia materias salvajes
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nos implica aceptar la política de los objetos, los parlamentos de las cosas
(Latour, 1993), pero también sus límites. Abrir el espacio de negociación
con las políticas que propugnan las diferentes materialidades. Las agencias
múltiples que desbaratan los planes de los diseñadores. Nos abre a pen-
sar la transformación social como una disputa en la que entran intereses
humanos y no-humanos. Nos alienta a pensar en una política de objetos y
seres humanos en movimiento, en coalición.
La subjetividad se produce a través de una recombinación química. Dise-
ñarse para seducir. Dejar que lo salvaje acontezca a nivel subcutáneo. La
materia, siempre en exceso, no sabe a dónde nos puede llevar. Abrirse a la
materia es abrirse a lo salvaje. Por eso es tan importante lo experimental,
de lo cual dan buena cuenta Boserman y Ricart en un artículo en el que
plantean la necesidad de elaborar metodologías experimentales de diseño
que permitan trabajar a partir de la materialidad de las cosas. La especu-
lación, lo diagramático y el cacharreo material piden permiso para entrar
a formar parte de un repertorio de metodologías que nos sirvan para
investigar con el diseño y a partir de él. Nos permiten dar un espacio a lo
salvaje, nos ayudan a diseñar con lo improbable, con lo desordenado, con
lo experimental.
Por su parte, la contribución de Manuel Tironi también establece la
necesidad de introducir lo especulativo y la experimentación material para
elaborar prototipos de diseño de lo urbano, modelos capaces de articular
las capas informacionales e infraestructurales que configuran las ciudades.
De esta manera, propone formas de diseño de lo urbano que escapan al
control de las denominadas smart cities para plantear un urbanismo DIY,
capaz de articular necesidades materiales con rumbos políticos y necesi-
dades sociales. Desde la perspectiva de los STS (Science and Technology
Studies), el autor aboga por lo especulativo, por la experimentación mate-
rial y la cultura del prototipado como lugares para pensar/hacer la ciudad.
En definitiva, lo que aquí se propone es una visión neomaterialista del
diseño que implicaría hablar de colaboraciones entre elementos humanos
y no-humanos. Articulaciones de diferentes órdenes y estratos sociales.
Implicaría aceptar la parte más salvaje de la materia, sin condenarla a
someterse a un código moral que imponga nuestra idea de ordenación.
Una visión neomaterialista del diseño implica pensar en temporalidades
no humanas, pensar los objetos siempre en movimiento. Coreografías
que permiten ciertas combinaciones, pero que bloquean otras. No todo
el mundo sabe ni puede bailar. Desvincular la transformación de nues-
tra voluntad a cómo nos gustaría que fueran las cosas para aceptar que
12
Inmaterial 01. Jaron Rowan
siempre devenimos comunidades heterogéneas
que incluyen seres humanos, objetos, bacterias,
tendencias, propensidades y trayectorias. Cuer-
pos que se entrelazan para colaborar y destruirse.
Materialidades que producen devenires más o
menos salvajes, más o menos domesticables.
Seducciones entre objetos, formas y cuerpos que
no pueden ni deben permanecer quietos. Ya lo
advertimos hace unos años: la materia contra-
ataca y es mejor empezar a establecer alianzas
para aprender con ella, para diseñar con ella,
para devenir en esta extraña comunidad. Regina
de Miguel nos propone que la materia cante; su
contribución a este número consiste en cuatro
canciones que hacen audible el mundo material.
Nos habla de coaliciones raras, comunidades ex-
tremas, sonidos improbables, bacterias, las aguas
ácidas de Río Tinto, drones, mensajes encripta-
dos o fragmentos de ADN. De Miguel pone la
materia a cantar. La materia se arranca, como los
cachitos de hierro y plomo de Kiko Veneno.
Aquí planteamos el diseño como una coreogra-
fía, como una articulación heterogénea de tem-
poralidades, materialidades, deseos y trayectorias,
de alianzas, de comunidades raras y de formas
de cooperación. Seducciones y recombinaciones.
Experimentos y lugares para pensar. La materia
es siempre en movimiento, la materia es siempre
Jaron Rowan
relacional. La materia nos invita a su baile, un
Profesor en BAU, Centro Universitario de
baile sin duda salvaje, al que nos debemos arrojar.
Diseño de Barcelona, donde coordina el área
¿Bailamos?
de arte y la línea de investigación Objetologías/
GREDITS. Autor de libros como _Emprendi-
zajes en cultura_(Traficantes de Sueños 2010)
o_ __Memes: inteligencia idiota, política rara y
folclore digital (Capitan Swing, 2015)_. Tam-
bién ha participado en libros como_ Cultura
libre digital_ (Icaria, 2012), _La tragedia del
copyright _(Virus, 2013) y de forma más re-
ciente ha publicado _Cultura libre de Estado_
(Traficantes de Sueños, 2016).
E-mail: jaron.rowan@baued.es
Inmaterial 01. Diseño y materialismo: hacia materias salvajes
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